LOS GRIFOS SE SECAN EN ZIMBABUE Y EMPEORAN LA «PESADILLA»
por Marketing
Vecinos haciendo fila para conseguir agua en un pozo en Epworth, al sudeste de Harare, Zimbabue.FotografíaFotografíaZinyange Auntony para The New York Times
HARARE, Zimbabue— Habían pasado cinco días desde que el agua dejara de salir de los grifos del bungaló de Eneres Kaitano al sudeste de Harare, la moderna y limpia capital de Zimbabue. Cinco días desde que había lavado la ropa. Cinco días desde que les prohibió a sus hijos ir al lavabo más de una vez al día.
El sexto día, volvió a levantarse a las tres de la mañana para conseguir agua en un pozo comunitario. A primera hora de la tarde, seguía esperando su turno con sus seis cubos y latas.
Muchos de sus vecinos tuvieron la misma idea. Ahora, más de la mitad de los 4,5 millones de habitantes del área metropolitana más grande de Harare disponen de agua corriente una sola vez a la semana, según el alcalde de la ciudad. Por ello se ven obligados a hacer fila en pozos comunales, arroyos y pozos de perforación.
«Nos está causando graves problemas»”, afirma la Sra. Kaitano, de 29 años, una vendedora al por mayor de pantalones vaqueros a la que solo le quedaba una muda limpia la semana pasada. «Tenemos que evitar ir al baño».
La grave escasez de agua en Zimbabue es resultado de la sequía especialmente fuerte que se ha producido este año, un síntoma del cambio climático. La deficiente gestión del agua ha hecho que se malgaste gran parte de la que quedaba. Dos de los cuatro depósitos de Harare se encuentran vacíos como consecuencia de la falta de lluvia, pero entre un 45 y un 60 por ciento del agua restante se pierde debido a fugas y robos, declara Herbert Gomba, alcalde de Harare.
Un carro cargado con contenedores de agua de un manantial fuera de Epworth. Actualmente, más de la mitad de los hogares en Harare reciben agua del grifo una única vez a la semana, según el alcalde de la ciudad.FotografíaZinyange Auntony para The New York Times
Sin embargo, la crisis del agua es solo un microcosmo del malestar de Zimbabue. Los años de mala gestión bajo el gobierno de Robert Mugabe, presidente de Zimbabue durante 37 años hasta que finalmente fue expulsado en 2017, han dejado la economía en la ruina. Los ciudadanos se enfrentan a apagones que duran entre 15 y 18 horas, a la escasez de medicamentos, combustible y billetes, así como a una inflación superior al 175 por ciento.
Zimbabue se ha convertido en un país de filas. En las últimas semanas, los conductores han hecho cola durante unas tres horas para conseguir gasolina que ha sido diluida con etanol, que hace que se queme con más rapidez. Los trabajadores esperan en filas durante horas fuera de los bancos para cobrar sus sueldos en efectivo, debido a la escasez de dólares zimbabuenses.
El precio del pan se ha multiplicado por siete en el último año y algunos medicamentos son ahora diez veces más caros, mientras que la mayoría de los salarios permanecen estancados.
«Es una pesadilla», dice Norman Matara, médico y miembro del consejo de la Asociación de Médicos por los Derechos Humanos de Zimbabue, un órgano de control médico. Algunos de los pacientes del Dr. Matara ya no pueden permitirse los medicamentos, mientras que otros los toman «una vez cada tres días en lugar de una vez al día», indica el Dr. Matara. Esta escasez de agua se ha convertido en un problema anual en Zimbabue, pero la sequía de este año es especialmente grave porque se ha producido a comienzos de verano y ha afectado a más personas de lo habitual.
Vecinos de la provincia de Harare, Zimbabue, lavando ropa en cubos. Muchos de los ciudadanos de Zimbabue han recurrido a racionamientos extremos del agua, limitando cuánto beben, lavan y utilizan el servicio.FotografíaZinyange Auntony para The New York Times
El nivel de precipitación fluvial de este año ha sido un 25 por ciento menor que la media anual, de acuerdo con Washington Zhakata, director del Departamento de Gestión del Cambio Climático del gobierno zimbabuense. En marzo, un ciclón inundó el país, pero no aumentó las reservas de agua y no está incluido en el registro de precipitación fluvial de este año.
Aunque el campo de la ciencia de la atribución— que se dedica al estudio de los efectos del cambio climático en los fenómenos meteorológicos individuales— sigue evolucionando, se ha demostrado que el calentamiento global puede provocar fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes e intensos, incluyendo sequías, .
La sequía ha afectado gravemente a Harare, una ciudad de tranquilos suburbios con conjuntos de edificios de apartamentos para personas con bajos ingresos, todos alrededor de un compacto distrito comercial central.
«Se pierde mucho tiempo esperando, afecta a la parte productiva de la economía», señala el Sr. Gomba. «Afecta a todo el ciclo de la vida».
El presidente, Emmerson Mnangagwa, asumió el gobierno del país tras liderar el golpe de Estado que derrocó a Mugabe. Mnangagwa había sido la mano derecha del expresidente.
Martin Mukaka, a la izquierda, madrugó para ir a buscar agua a otros suburbios después de pasar varios días sin agua corriente en la extensión de Kuwadzana, en Harare.FotografíaZinyange Auntony para The New York Times
El gobierno de Mnangagwa afirma que se encuentra en un proceso de mejora de la economía de Zimbabue, y señala las medidas de austeridad que llevaron a un inusual superávit presupuestario en el primer trimestre del año.
«Zimbabue se encuentra en un proceso de reforma», escribió el ministro de finanzas, Mthuli Ncube, en un reciente artículo. «Estamos yendo en la dirección correcta», añadió.
No obstante, de momento el gobierno se ha visto incapaz de detener el vertiginoso aumento de la inflación, la devaluación de la moneda y los costes de importación. En junio tomó la decisión de prohibir el uso de moneda extranjera, en un intento de estabilizar el valor del recién creado dólar zimbabuense. Sin embargo, esta medida ha dificultado a las empresas la importación de productos del extranjero.
«Tuvimos una oportunidad cuando Mugabe dejó el poder», afirma Kipson Gundani, el economista jefe de la Cámara Nacional de Comercio de Zimbabue. «Pero la perdimos».
El presidente Mnangagwa niega que la responsabilidad sea de su administración. En una entrevista, culpó de la deficiente gestión del agua a los políticos locales de partidos de la oposición, como el Sr. Gomba, el alcalde de Harare. El gobierno nacional está intentando conseguir un préstamo de 71 millones de dólares del gobierno chino para renovar el sistema hidráulico de Zimbabue, aseguró Mnangagwa.
Un manantial al lado de un camino en Epworth, en la provincia de Harare, Zimbabue.FotografíaZinyange Auntony para The New York Times
«Cuando se consiga», dijo, «comenzarán los trabajos».
Pero el historial de las autoridades es poco prometedor. La construcción de una nueva presa, propuesta inicialmente durante los primeros años del gobierno de Mugabe, se ha retrasado en repetidas ocasiones. Los pozos de perforación municipales dañados suelen dejarse sin arreglar, y la excesiva construcción de vivienda informal en los límites de la ciudad ha provocado la sobreexplotación de manantiales y pozos por parte del influjo de nuevos residentes.
En un manantial en los matorrales de la periferia del sur de Harare, el agua se había reducido a un hilo esta semana, obligando a los vecinos a esperar unas tres horas para poder llenar sus cubos.
Varios vecinos afirman que, el año pasado en estas fechas, se tardaba solo unos minutos en completar el mismo proceso. Desde entonces, un pozo de perforación municipal en un municipio cercano se rompió — aún no se ha sustituido — y varios pozos se han secado, obligando a más habitantes a caminar hasta el lejano manantial.
«Siempre tenemos problemas con la escasez de agua», dice Patience Chiwakata, un agricultor de subsistencia de 35 años. «Pero este año está siendo mucho peor».
Las escenas más desesperadas de esta semana se vieron en los asentamientos más formales cercanos al centro de la ciudad, donde el tiempo de espera era mucho mayor y se produjeron enfrentamientos después de que algunos vecinos intentaran llegar al principio de la fila por la fuerza.
Los habitantes cuentan que están lavando menos, bebiendo menos, y haciendo sus necesidades con menos frecuencia. Muchos se toman tiempo libre del trabajo para asegurarse de que sus familias tengan suficiente agua.
La Sra. Kaitano, la vendedora al por mayor de pantalones vaqueros, solo pudo llevar su ropa al mercado una vez desde que se secaron los grifos, perdiendo así los ingresos de una semana, aproximadamente. Su amiga, Susan Chinoda, solo deja que sus tres hijos beban una taza de agua potable al día, y solo pueden ir al baño una vez.
«No podemos vivir nuestras vidas», afirma la Sra. Chinoda, de 32 años. «El agua es vida».
NYT, Los grifos se secan en Zimbabue y empeoran la «pesadilla» https://www.nytimes.com/2019/07/31/world/africa/zimbabwe-water-crisis.html, consuldato el 02/08/2019.